Da gusto levantarse un sábado por la mañana (temprano, en esta casa es inevitable...) y verlo todo tan limpio, recogido y ordenadito (aún dura!! todo un récord!). Eso significa que una puede tomarse la mañana libre para hacer carreras a gatas con David, jugar con plastilina con Mateo y Miguel, o tirarse en el suelo cámara en mano para hacerles fotos mientras juegan. Si además David se echa su siesta mañanera (como ahora!), se puede una permitir el lujo de leer algo, aunque sea en Internet.
He vuelto al blog del que os hablé ayer, y de nuevo, leyendo este post me sentí totalmente identificada. Ella habla de que a pesar del ajetreo, el no parar y la falta de descanso, si pudiera congelaría a sus niños tal como están ahora, aunque eso supusiera seguir sin tiempo libre ni descanso de ningún tipo.
Disfrutando viéndoles jugar, pensaba en eso: cómo me gustan los tres, cada uno en su momento y en su edad, con sus cosas... Yo también los congelaría...
A Mateo, con su verborrea, sus ganas de saber, de aprender cosas, su afán por leer todo lo que se le pone delante, su forma de "organizar" y manipular a su hermano para conseguir lo que quiere (no es listo él ni nada!), sus cosas de "niño mayor", su disposición a ayudar con todo lo de la casa, su impulso de coger una flor en cuanto la ve para regalármela, sus razonamientos (incluso su cabezonería!), sus conversaciones con los juguetes...
A Miguel, con su carita de pillo, su forma de hablar ("vamoz a zalí al paque?"... me encanta!), sus mimitos y "Mamá, te quieo" cada dos por tres, sus "Ez que ya zoy muy mayó", sus "¿Zerá pozible?" cuando algo le molesta, sus rabietitas, sus gritos de alegría ante cada novedad, su asombro al descubrir pequeños tesoros, como un caracol o una flor bonita, su forma de chuparse el dedo cuando está "teniendo una idea"...
Y a David, con su forma de corretear por toda la casa, su asombro por todo lo nuevo que va descubriendo, su complicidad con sus hermanos, sus abrazos de koala, su forma de "conversar" con todo el mundo, su forma de llevarse las manos a la cabeza cuando le reñimos por algo, sus bailes y coreografías a ritmo de Cantajuego (o lo que sea!), su risa histérica cuando jugamos a "que te pillo", su boca de pollito hambriento y gritos de "a mí, a mí" en cuanto ve a alguien comer lo que sea, su forma de acariciar las plantas...
Y tantas y tantas otras cosas, que por desgracia se irán perdiendo con el tiempo... y que aunque no pueda congelar, siempre podré volver aquí para recordarlas...
Vale, ya la has montado. Me voy a por un kleenex y cuando se me pase la emoción que me hace temblar los deditos te hago el comentario... ains.
ResponderEliminarestoy contigo y con el post...que pena da que se nos escapen de las manos...que rapido pasa el tiempo...
ResponderEliminarVale, sorbo los mocos. A ver empiezo por las fotos aunque no se ya que nuevos adjetivos utilizar. Esos contraluces o lo que sean, que no es un contraluz realmente, pero esa luz flotando en el aire y mezclada entre su pelo me fascina!
ResponderEliminarY luego quiero agradecerte otra vez las cosas que nos descubres. Me he ido al blog de la mamá madrileña de tres retoños que vive sin vivir en sí... y lo estoy pasando pipa. Si es que no se puede pedir más. No solo nos das tus fotos y tus palabras sino que compartes con todo el mundo estos descubrimientos geniales que haces por la web. GRACIAS!!!!
Justo hoy estaba pensando en algo parecido... pensaba en lo bien que me lo estoy pasando en esta etapa de los niños, lo divertido que está Antonio y lo pillo que está Jaime. Lo que me llego a divertir y a reir... y como bien dices, como no se pueden congelar, siempre podremos recordar estos momentos :-)
ResponderEliminarUn besote!!!!!