La ley de Murphy (77/365)

Suele pasar, es la ley de Murphy... Cuando algo puede salir mal, saldrá mal. Por ejemplo, si es el día que más prisa tienes por la mañana, porque tienes que dar clase a primera hora y quieres llegar antes para prepararlo todo... es el día ideal para que tu hijo pequeño se ponga malo y le dé por vomitar todo lo que ha desayunado. Pero no pasa nada, corriendo lo bañas, le cambias de ropa, corriendo os ponéis la cazadora, abrís la puerta de casa... y vuelta a vomitar... Bueno, no pasa nada, otro bañito rápido, y a cambiarle de ropa. Por suerte tu suegro viene corriendo y se encarga del peque y de llevar al mediano a la guardería. Sales de casa corriendo con el mayor, y te das cuenta de que ni has desayunado con toda la movida esta. Y es más, has salido sin cazadora!! Pero no queda tiempo para volver a casa a cojerla... Bueno, no pasa nada, seguro que no hace frío (piensas en el ascensor). Pues no, frío no hace, pero empieza a llover!!

En fin, aventuras y desventuras de un jueves por la mañana... La clase al final fue muy bien, nos lo pasamos genial tanto ellos como yo. Pero el pobre David, a la vuelta del cole, seguía igual. Otras dos vomitonas con los abuelos, y a la hora de comer no mejoró la cosa. Intuyo que me he traído algún virus de esos que pululan por los colegios, y que aunque a mi no me ha afectado, lo he compartido alegremente con mis niños... y le ha tocado a David... (una que es generosa...).



Haciendo recuento, después de ir vomitando sucesivamente todo lo que iba intentando comer, al final lo único que ha comido ha sido medio plátano (que de momento sigue en su estómago...). Pero ya está mejor, al menos más animado...



Siguiente capítulo, por la tarde: fuimos a estrenar un parque nuevo precioso que nos han puesto en Santa Marta, y todo fue correr, subir, escalar, hacer el Spiderman...



... hasta que Miguel dio un mal tropezón y aterrizó con la cabeza contra la silla de David, clavándose la cabeza de un tornillito en la frente... Nada que un poco de Betadine y una tirita no puedan curar, pero daba impresión por lo profundo de la herida.



A esto hay que sumarle las escasas 4 horas que dormimos la noche anterior, gracias a David, que tenía ganas de juerga (o eso creíamos, y por la mañana ya se vio que lo que pasaba era que estaba malito)...
Días como hoy me da por pensar lo "aburridos" que estábamos hace 6 años, sin niños y sin estas aventuras... Pero ¿qué sería de nosotros sin ellos?



Mañana es festivo aquí, así que esperemos poder levantarnos tarde (si la Ley de Murphy no vuelve a entrar en acción!)...